martes, 25 de septiembre de 2012

Vuelve a apostar

Teléfonos que suenan. Llamadas que no llegan. Ganas que no se marcan. Decepciones que no escuchas. Se escuchan portazos de puertas que se cierran con llave; intentando huir de historias mal narradas entre silencios sostenidos. Es entonces cuando comienzan a sonar las trompetas por la victoria. El camino parece más recto; no hay absurdas curvas.

Las cartas se reparten, el juego no ha terminado. Mientras él juega sin apostar tú te dejas todo en un "all in"; el miedo de perder lo poco que te queda aumenta por miradas. Todo tu orgullo termina encima de una mesa de madera malgastada y pegajosa; en ella tus ganas se encuentran valoradas en un par de fichas. Basta de miradas evitadas y juegos sucios, es la hora de enseñar lo que lleváis. Poned las cartas sobre la mesa. Tú enseñas una simple pareja, él esbozando una gran sonrisa te enseña su gran jugada tonta. Trío de ases. Cómo no. Ilusa de ti; no sólo existes tú. No eres la única que intenta hacerle feliz; hay como varios corazones soñando con la misma escalera de color que la llevará lejos de la dichosa realidad. Levanta la cabeza, no dejes de apostar por tus sueños. Pero, haznos un favor a todos, encesta ese sueño dentro del cubo de la basura de una vez; no es tan difícil.



Tal vez lo que ocurre es que el poker no es lo tuyo. ¿Has probado con la ruleta? El número 7 parece que no está tan mal. Buena suerte.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Querida amiga mía,

Sin mi todo seguiría siendo exactamente igual que ahora. Nada cambiaría. El Sol amanecería cada día con una suave melodía. La Luna correría veloz por aparecer en las tardes Otoñales. El Mar no dejaría de parar; constantemente con su movimiento de olas. Para la vida no existirían problemas tontos. Sin sentido mueve sus pensamientos hacía un pasado vacío; un pasado sin ella. Es entonces cuando suenan las aventuras de su amiga. Las palabras corretean libres por el parque en el que están. Consejos de un lado a otro, inseguridades recíprocas, miedos constantes. Un "te lo dije" refuerza la conversación. Conversación en la que se analiza hasta el detalle más insignificante como "cuándo te lo dijo y de qué manera". Aquí se necesitan palabras literales, las reales; nada de invenciones creadas por nuestro querido subconsciente. Por ello, la mayoría de las veces optamos por un típico "copia-pega". Me pide que juzgue la situación, que le dé una sola respuesta consistente que le haga ver todo más claro. Difumino la situación con un "es imbécil, ¿qué esperabas? todos son iguales al final." y lo termino decorando con un "él se lo pierde"; porque la quiero y la adoro. Sobre todo su risa y sus locas anécdotas. La amiga la abraza tan fuerte que no comprende como alguien no puede ver lo que yo veo dentro de esta maravillosa persona. ¿Sabes qué? Que más porción de amistad para mi. Pero está claro que a ella le costará algo más darse cuenta. Realmente, la tienes loca; a punto de perder la confianza por el mundo. Gracias por hacer que ella corra hacía mi, gracias por hacer que me sienta querida por ella. Tal vez para ti ella solo sea una pelota que haces botar y encestar hasta cansarte; de esas que abandonas en el armario de los trastos viejos. Pero para mi ella es mi trofeo más preciado; lo tengo claro, ella me necesita más que a ti. Tranquila amiga, seguiré siempre aquí; a tu lado. Aunque el Sol no despierte pensando en mi, aunque la Luna, esta noche de sábado, no se sonroje brillando por mi presencia.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Que si...

Que si te llamo es para que pienses en mi; para que el recuerdo de mi presencia te haga sentir vacío por dentro. Para que me busques calle por calle; como un loco en busca de cordura. Que si paso por delante de ti es para que sientas ese retortijón que yo misma sentí por ti. Que si te huele a mi es porque me necesitas cerca; tan cerca que resulta inconfesable. Que si llueve es para que me eches de menos; el frío hace tiempo que es mi aliado. Que si llega mi risa a tu balcón es para que le sonrías y la invites a entrar. Que si de verdad sientes algo por mi es para que lo grites bajito a mi oído; no hace falta que se te irrite la garganta, ni mucho menos. Que de pequeñas ilusiones vivo; ilusiones que florecen día a día con tus invenciones.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Enemigos del paso del tiempo

Últimamente todo me pesa. Todo se encuentra en mi larga lista de "Cosas que hacer pasado mañana". Porque hoy solo tengo tiempo para mi. Tal vez no recuerde lo que una noche me susurro mi musa. Tal vez sea cierto que tengo mala memoria. Eramos tan niños; no sabíamos lo que el futuro nos deparaba. Sin miedo a lo desconocido avanzábamos dando tumbos por cada paraje. Hoy toca sentarse y analizar nuestra vida en tercera persona; no hay nada que me guste más. Todo se ve diferente. Recuerdo ese encuentro imprevisto; no pensábamos vernos. Nuestros corazones helados comenzaron a latir entonces; jamás creí que fuésemos buscando lo mismo. Ha transcurrido tanto tiempo desde entonces. Ya ni si quiera recuerdo ese lunar de tu mejilla; de esa mejilla sonrojada siempre que mis ojos se clavaban en ti. Como os he dicho mi memoria no es lo que era. Mis hábitos han cambiado. Tu nombre ha desaparecido de mi agenda. No tengo como saber de ti. Siento la humedad de una lágrima entre mis manos; esas manos suaves que bailaron mil y una noches entre tus sábanas. Ellas tampoco son las mismas, ahora tienen miles de nuevas amigas adornándolas. El paso del tiempo nos repercute a todos aunque en aquél tiempo no nos diésemos cuenta. Cantándole villancicos a la Luna nos levantábamos, no era tarde para nosotros. Nos encantaba ir a contra corriente. Cuanto más hablaban de nosotros mejores personas nos sentíamos. Debo decirte que ya nadie habla sobre nadie. Ni si quiera solemos reconocernos por el pasillo. Hemos cambiado demasiado; el tiempo nos ha caído encima. Respiro para tranquilizarme. Suelto mis recuerdos en una bocanada de aire. ¿De qué os estaba hablando? ¿Es hora ya de dormir? ¿Dónde estoy? Una señora de uniforme blanco acude a mi. Me pide que me calme, que no ocurre nada. Me ofrece un pequeño caramelo a rallas junto con un vaso de agua, dice que me hará bien que se trata de mi pastilla de cada tarde. No lo sé, no lo recuerdo. Creo que se equivoca de persona, es la primera vez que me la tomo; tal vez sea cierto que tengo mala memoria como van diciendo por ahí. Cierro los ojos, tengo la sensación de que he dejado algo sin terminar. ¿Os estaba contando algo? Solo sé que últimamente todo me pesa. Todo se encuentra en mi larga lista de...  le echo de menos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La tormenta perfecta

Tan solo soy una sombra en la oscuridad. Una pincelada mal dada en un cuadro regalado. Un suspiro entre el viento. Solo soy un pasado mal pisado; que no consigues olvidar. Que no quieres recordar pero como esa tormenta perfecta aparezco con fuerza y de golpe. Me cuelo por tu ventana y mojo todos tus momentos. Los empapo. Te enfadas; he vuelto. He vuelto a conseguir que te rías, que sonrías. Aquí estoy sigo haciendo ruido. Sigo empapando cada esquina de tu calle. Soy tu tormenta perfecta. Has cerrado tu ventana. Me pides que pare. Esto es una catástrofe. Me calmo; juego a que no grito, a que no ocurre nada. Ábreme de nuevo. Pero no; ya es tarde todo a cambiado por completo. Tus recuerdos se han secado. Está bien, me marcho; pero no sin antes dejarte un regalo. Te dejo el olor a tierra mojada. Ese que tanto te gustaba. Aquel con el que nos vimos por última vez en aquella carretera.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Paranoia

Comienzo recorriendo el mundo. A toda prisa sin parar; sin sentir la brisa marina del mediterráneo. Paso de aquí a allá en menos de lo que salta otro recuerdo más en mi reproductor de música. La música me adora; lo sé. Vuelve a sonar esa canción; nuestra canción. Una vez más aminoro mi paso, me dejo arrastrar al pasado. Cierro mis ojos y allí estoy delante de aquel momento tan constante; el aire huele a sentimientos recíprocos. Ves, una vez más gano; tenía razón. Para. Gritale al mundo que tenía razón, que lo nuestro no era cosa mía. Abro los ojos miro al horizonte y corro; corro como nunca había corrido antes. ¿A donde me dirijo? ¿Y eso qué cojones importa ahora? ¿A caso te importa ahora? Nada, el silencio reina por estas calles; fallo mío, una vez más, no recordaba que tu lengua me pertenece y que sin ella tu voz no puede asustar a nadie. Demasiadas palabras falsas ha pronunciado ya. Su tiempo se agotó. Tu comportamiento falló; suspenso en veracidad. Espera. Mis cascos no suenan, no hay música que me dirija a ningún lugar. ¿Qué ocurre? Batería baja. Despierto impregnada de tranquilidad, de una sensación de paz a la que da miedo asomarse. Bajo las escaleras que me llevaban hacía tu boca; no queda nada, los escalones se los ha llevado el viento de paseo como tus palabras. Está bien, es hora de decir adiós. Vamos allá. Hasta nunca.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Todo estaba por comenzar II


Con miles de recuerdos se hicieron las maletas. El estruendo que ocasionaba el minutero del reloj invocaba a actuar a otra lágrima más. Las ruedas de las maletas sonaban tan tristes como nosotros; un sonido monótono sin apenas ritmo. El tiempo avanzó tan rápido que no nos dejo tiempo para darnos cuenta de lo afortunados que habíamos sido esos días. Las ganas de dar marcha atrás abundaban; despistados reíamos de todo lo que fue y de lo que será. Prometimos que volveríamos. Dejábamos tanto detrás que parecía mentira; incierto. Todos nos imaginábamos la vuelta a nuestros hogares; ya sentíamos esa sensación de resquemor hacía la soledad. Nos echaríamos de menos a todas horas, nada seria igual; nos veríamos todos los días, de eso no había duda. Lo único que fallaba era que nada seria igual. Nadie pasearía por el pasillo de tu casa a las seis de la mañana con la sábana por encima de la cabeza. Nadie tocaría la puerta de tu cuarto con tal fuerza, que al escuchar el pitido ocasionado por el despertador pensase que se la había cargado con uno de los golpes. Nada, absolutamente nada de eso volvería a ocurrir en lo que quedaba de verano. El minutero había llegado al final del paseo. Él como nosotros volvía a su rutina diaria. Rutina veraniega; pero rutina al fin y al cabo. 

Todo estaba por comenzar I


No hay nada. Absolutamente nada que dure lo suficiente. Un largo período de días nos esperaban. Días normales, cada uno con sus 24h de siempre, con su día y su noche. Sus locas y somnolientas mañanas llenas de risas afónicas. Visitas que podías llegar a odiar o adorar. Maquillajes corridos, pijamas mal puestos, ojos a medio abrir. Algunas jugaban a no abrirlos, jugaban a que su sueño y su memoria los guiasen por aquella amplia recepción del hotel. Miedo me daban. Demasiadas sillas y escalones de por medio hasta el comedor. Era normal que alguna se durmiese mientras los demás intercambiábamos hazañas de aquella primera noche que tan hondo nos llegó. Chicos nuevos, muchos guiris. Una larga lista de experiencias recientes, completamente nuevas que corrían rápidamente por nuestras bocas y oídos. De boca en boca. Risas. Gritos. Todas transmitían lo mismo: ALEGRÍA.  Y para que negar lo, la falta de sueño mezclada con algo de resaca también realizaba acto de presencia a esas horas de la mañana, en aquella larga mesa que soportaba a once chicos hambrientos


domingo, 2 de septiembre de 2012

Todo comenzó con una singular banda sonora


Pi, pi, pi. La chica distraída no ha llegado a escuchar el sonido de su teléfono móvil;  piensa desinteresada que no ha sido el suyo. La chica continua disfrutando de aquel anochecer de primaveral, mientras tranquila escucha las pequeñas aventuras de la vida de su mejor amiga. Ella no sabe que en su pequeña pero amplia pantalla de móvil se pueden leer las palabras que la harán sentir tan feliz “Nuevo mensaje recibido” ¿Qué porque la harán sentir ese sentimiento que conocemos por el nombre de felicidad? Pues simplemente porque dentro de esas dos nuevas palabras, que aparecen parpadeantes durante unos segundos,  se esconde un sentimiento mayor que el de la felicidad. El amor.

Tal vez quien se lo haya enviado escribía aquellas palabras del mensaje con una gran sonrisa de oreja a oreja, por su culpa. Por ella; y simplemente por ella el chico ahora se siente algo tonto leyendo las nuevas palabras que aparecen en su pantalla “Mensaje enviado”; mientras ansioso espera una respuesta de ella.
Ella con la que su mente piensa día y noche. Ella quien consigue que sus pequeños ojos verde oliva se abran como platos siempre que la ve de lejos, por un inesperado encuentro debajo del bar por el que se pasa tantas horas de risas y copas con sus amigos, con aquellos que conocen todos sus sentimientos y momentos de la vida, tanto los buenos como los malos. Ella, aquella pequeña y guapísima chica que provoca  un pequeño fallo cardíaco siempre que le habla directamente.

El chico mira el pequeño reloj que se encuentra colgado de la pared azul recién pintada de su dormitorio. Hace ya diez minutos escasos que envió aquel mensaje en el que tanto quería transmitir pero a la vez tan poco. Se pregunta el por qué pasa el tiempo tan despacio y sobre todo se pregunta con gran curiosidad si ella lo habrá visto. Tal vez nunca llegue a recibir un nuevo mensaje con esas palabras que tanto desea escuchar por ella. Simplemente porque a ella, que es tan blanca de piel y morena de cabello, no le ha llegado a transmitir tanto como él habría querido en ese momento en el que le dio a “enviar”; tan nervioso y asustado en la misma milésima de segundo. No sabe cómo pudo sentir dos sentimientos tan opuestos al mismo tiempo, pero no se para mucho tiempo pensando en la respuesta a esta extraña pregunta, ahora mismo está demasiado nervioso dentro de esa interminable espera y decide escoger la respuesta más sencilla y simple que existe ahora mismo en su vida para esa pregunta.

                “Tal vez sea porque estoy enamorado, sí eso es, ¿entonces esto es lo que se siente cuando estás enamorado?” tras una pequeña sonrisa sin darse cuenta pronuncia dos palabras en alto “me gusta”.

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad en la calle de la esperanza en el portal número 7, en el cuarto piso vuelve a sonar el mismo sonido. Pi, pi, pi. Ella ahora sí se da cuenta y adentra la mano en aquel gran y extraño mundo al que llama “su bolso”; en el que antes de encontrar el objeto que se busca nos tropezamos con miles de recuerdos, que si pañuelos medio usados, pintalabios, una caja de esos nuevos chicles de menta que salen tanto en la tele,  que si un billete de tren que nunca llegó a utilizar; ya que sus planes cambiaron en un cerrar y abrir de ojos… por motivo de algún altercado sorpresa; a nadie nos agradan, sencillamente porque terminas diciendo a gritos miles de patrañas.

Tras sacar algunos recuerdos más, y otro tanto de cosas sin valor e inútiles de su bolso, recuerda que lo que buscaba no podía estar ahí por el mero hecho de que había recordado que para llevarlo más a mano se lo guardó en el bolsillo derecho de su cazadora de poli piel marrón, esa con la que esa misma mañana había estado tumbada encima de la hierba  que había llegado a mojar aquella pequeña tormenta enfurecida la noche anterior. Esa chaqueta con la que se encontró nada más alzar su mirada.
 Tanto sus ojos oscuros como su mirada comenzaban a tener un toque de curiosidad por saber el motivo que originaba ese sonido. 

                                                        Pi, pi, pi una vez más. 

                ¿Cuánto tardará en leer ese mensaje? Nada. Unos segundos como mucho. En mucho  menos de un minuto tu vida puede cambiar radicalmente. 

sábado, 1 de septiembre de 2012

Alta resolución en mentiras

Es entonces. Ahora; en este preciso momento. Todo se vuelve solido; totalmente nítido. Sabes reconocer cada paleta de color, cada combinación de color sin problema alguno. Todas las mentiras relucen. La pieza que faltaba la encuentras debajo del sofá. Todo sale a la superficie. Hemos llegado a la última página del libro, en aquella que todo se desvela. Ves que todo estaba unido de alguna manera. Qué estúpida. Como siempre has sido el último de los monos en enterarte. No te quería, nunca lo hizo. Jugó. ¿Su meta? Su meta fue conseguir que te enamoraras de él. Una vez logrado no le servias. Le gustaba demasiado el juego. Él prefiere tirar los dados y avanzar otra casilla. Quedar contigo mientras le promete la Luna a la siguiente. 

No invites a tus recuerdos a pasar. Detenlos. Lávate la cara con agua fría. Deja que el agua lo arregle; deja que se lleve todos los restos de él. Con la cara limpia todo se ve mucho más claro de lo que ya estaba, todo se ve con mejor resolución