sábado, 30 de marzo de 2013

Entre idas y venidas.


Beberme cada noche esos ojos marrones, cada día. Para poder dejarte de mirar, para dejar enamorarme un poco más. Dejando así unos ojos sinceros, de blancas cuencas, que no miran por haber estado tan ciego, por no saber enamorar. 

Te dejaría llevar las Ray Ban noche y día, total esa mirada ya es mía y de nadie más.

Te llevaría cada noche a mirar las estrellas, sobre mi pecho para que hablases con mi corazón. A comernos sin despecho, sin miedos.

Pero míranos, comiéndonos a oscuras y hablando del ruido que saca el silencio. Diciendo que nada tiene sentido, y que necesitamos sonreír un poco más. Puede que sea cierto, y que alejados nos vaya mejor, por nortes diferentes, pero esta noche quiero terminarla contigo entre sábanas blancas y dulces palabras.

Para que al despertar me pidas un poco más de guerra, sin darme tregua. Que me beses entre caricia y sonrisa, y que me digas que esta noche volvemos al lío. 

-   ¿Esta noche sales?

-   Que va, me quedare en casa.

-   Que soso, yo que tenía pensado proponerte algo.

-   A ver sorprendeme.

-   Podríamos visitar la Luna y tumbarnos sobre su arena contando todas las luces que vemos en Tierra. Multiplicando por dos cada sonrisa que soltemos a mitad de la conversación, por imaginarnos que nos comíamos la boca al final de cada palabra pronunciada. Y bueno, podríamos pasarnos por algún bonito restaurante de la costa Italiana, compartir un plato de espagueti a la carbonara, seríamos los nuevos enamorados del barrio. Abrazarnos hasta amanecer entre las cuatro paredes de un Motel del km 69. Nada, simplemente perdernos un rato, lo que se dice una cerveza y para casa.

miércoles, 20 de marzo de 2013




Esperando a cruzar, en un paso de cebra por el que no pasan coches. Nada ni nadie. Sin embargo, el semáforo lleva consigo su vestido rojo, advirtiendo que debo esperar, ‘tómate la vida con paciencia’.

Podría cruzar tranquilamente, sin miedos. Metiéndole mano, a la normativa de tráfico, por debajo de la falda. Pero que va, sigo esperando a que esos ojos verdes me permitan cruzar hasta tu abrigo.

La verdad, es que nadie me espera en casa para cenar. Puede que hoy ni cene. Sin prisa, tengo todo el tiempo por delante.

Espero a que todo surja de alguna manera poco calculada.

Para que cuando yo me decida a cruzar me atropelles con tus palabras. Para que colisionemos entre varios ‘¿Qué? y Nadas’.

Para caminar entre ‘el amor y otras chorradas’. 

martes, 19 de marzo de 2013

Zumo de naranja.



Yo no pretendía enredarme entre tanto pájaro piador.
No era mi intención mirar y siempre sonreír.
No fue mi idea ser feliz a su costa.


Cierto era que sonreír estaba entre mis quehaceres diarios. Pero, no por alguien que no fuese yo.
   
 -Deja de soñar con esos ojos de búho, y tómate el zumo rápido que se le van las vitaminas.

De eso se trata, soy como él menos por el color naranja. Se me van las ganas, las fuerzas. En resumidas cuentas, se me escapan las vitaminas si no me toma rápido. Seré, y soy, un vaso lleno de desánimo, con toda la pulpa encima, sonriendo como si todo fuese bien, con buena cara a simple vista. Hasta que vuelva, y corriendo me tome pensando que todos mis rizos son propios, pensando que la humedad ha bajado y que ya no llueve. Creyendo que la curva de mi sonrisa es auténtica.

Al primer sorbo verás lo amarga que me volví. Y yo me quedaré, atónita por la sorpresa, por la llegada de tu boca. Me inundará otra nube de píos, creando más humedad, más rizos y más nudos en mi cabeza, por si los que tenía ya eran pocos.

  -¿Sabes? Así, al natural, estas mucho más guapa, recién levantada, con todos esos pensamientos negativos y esos rizos rebeldes que asoman por tu frente.
   -Tengo miedo.
   - ¿Miedo, a qué?
   -A ti, a tu sonrisa, a la mía. A que te canses de mis tonterías y mis días lluviosos. Y te marches en busca de alegría, de sonrisas sin lágrimas.
   -Tómate el zumo y déjate de tormentas, deja volar a todas esas tonterías. En cuanto menos nos lo esperemos me estarás proponiendo salir a disfrutar del arco iris de esos ojazos.

Y me besó y sonrió al mismo tiempo, sintiéndome afortunada por ese ‘nos’. Con menos pájaros que antes, aunque con los mismos pelos alborotados. Pero qué más da. Ya se irán con el tiempo.

Y de un trago se tragó mis lluvias y la mitad de mi zumo.

   -Mmm...amargo, pero natural. Sin azúcar, ni males. Cómo tú perfecta, como a mí me gusta.

Sonreí sin querer, queriendo. Embelesada en sus ojos, observándonos en segunda persona del plural.

Eso éramos: ‘nosotros’, y nadie más.

miércoles, 13 de marzo de 2013

- ¿Cuánto hace que no sabes de ella?

- Harán varias semanas ya que sus ojos no me miran, que sus 'en línea' no son míos.

-Pero, ¿no piensas luchar? ¿No me dijiste que no podías vivir sin saber de ella?

- Amigo, lo que sé es que cada noche manda un 'buenas noches' sonriendo, mordiéndose el labio inferior, feliz por ser ella y no otra. Lo que sé es que no soporta que la luz azul que parpadea no sea él. Lo que sé es que cada mañana, con ese aroma a café recién hecho en sus labios, recibe un 'esta noche soñé contigo preciosa'. Lo sé todo, y al mismo tiempo, no sé nada. ¿Qué pretendes que haga?

- La amas, díselo. Grítaselo.

- Nunca, no volveré a tentar al silencio.

- ¿A caso habláis?  Llevas con ese silencio de corbata desde entonces, vamos no seas cobarde. Por cierto tio, esa mierda de silencio no queda bien con tu vida.

- Esto no va sobre ser cobarde o ser valiente, amigo. No, esto va de alguien que es feliz, realmente feliz. Y no pienso poner eso en juego por un estúpido 'te necesito'. Por el estúpido 'te quiero' que late por mis venas. Ella es todo lo feliz que soñé hacerla; con eso amigo, me sobra para buscarme otra vida y no volver. Una vida en la que disfrute de este silencio.
Se dedicaba a diseñar interiores.

Movía corazones hasta que pegaran un vuelco, hasta que se escuchase el irritante chirrido notificando que ya estaba al límite de sus posibilidades. Pintaba el tiempo color ocre por si el día se disponía a ser demasiado soleado, demasiado alegre. Creaba grietas en cada pared lisa para darles 'personalidad', para darles algo que contar, algo que los hiciese únicos. Diseñaba recuerdos de marco metalizado, a conjunto con el resto del diseño. Recuerdos que nadie había vivido jamás, yo al menos no los supe situar en el tiempo.

Le pregunté, intrigada, por qué no utilizaba el realismo en alguna de aquellas obras, así serían más impactantes ante el público. Ella sonrío con malicia, y suspiró.

- Querida, eres tan inocente, verás lo que realmente impacta no es lo que se vive, ni lo que se dice en voz alta. Que va. Lo que impacta es ver a tu mente analizando cada posibilidad de aceptación '¿y si le invitase a cenar? me diría que no, o tal vez me dijese que sí. Si llegase a conocerme todo cambiaría. Voy a llamarle, no espera, no es una buena idea, ¿o si? Estoy resultando patética, venga duerme, será mejor dejar todo esto.' Lo que nos impresiona es esa locura kamikaze que nunca fue capaz de saltar más allá que de nuestro viejo colchón. Lo que impacta es la mente de aquel amigo tuyo, ese que te levantaría la falda y las ganas. Aquel que no te susurrará las ganas que tiene de enredarse entre tus tacones. Ese amigo que nunca tendrá nada impactante para contar, claro, sin grietas en el alma ni rozaduras en las piernas ¿Qué tiene para contar? Nada, nada salvo aburridas tonterías, nada salvo lo real. Y no lo digo yo, lo dice él que me pide que diseñe partiendo de la nada. Y es que cuando nuestra mente nos hace sonreír no hay quien deje de pensar.

lunes, 11 de marzo de 2013

Marchando una de amor real

- Un café y pastas, gracias.
- ¿Lo quiere con amor?
-¿Amor?
- Sí, es suave, dulce y a la vez ardiente. Se le quedará el sabor en la garganta, arderá de pasión, hasta que un leve cosquilleo termine revoloteando en la boca de su estómago. En ese momento, nadie consigue ocultar su sonrisa. Sabe tan real.

         Sonreí levemente, imaginándome a aquella camarera ahogada entre decepciones, mascando la pena que le habría dejado aquel subidón de aquella sustancia. Una sustancia que volvería a tomar por necesidad, por el anhelo de sentir. Con el rimmel bajando, negro, por sus mejillas y las medias rotas, arrancadas por los placeres que no fueron. Con los puños cerrados intentando recuperar equilibrio, con la mueca de desamor en su boca, levemente abierta. Sentada en el frío parqué esnifando algo de 'amor'

Para sentir, para sonreír.

- No, gracias. Eso estropearía el sabor de mi sonrisa de hoy, digo el café.
- Muy bien como quiera. Marchando un amor real, digo un café solo. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Lady Madrid hace rato que se cansó de Madrid.



Que continúe subiendo la marea, que me ahogue entre sus brazos salados. Tal vez así sanen mis heridas, cierren mis cicatrices. 


Quiero que haga frío, estar a varios grados bajo cero. 

Tiritando. 


No tener más que esperanza y suerte. No necesito más que eso. 

Una copa de amistad para entrar en calor, y unas risas que alimenten a este estómago revuelto de mariposas envenenadas. 

Un boli y un folio, para escribir mentiras y colorear verdades. 

Resaltarlas hasta llegar a los tres metros de altura. Con permanente, rotulador y acuarelas que empapen la mesa y deterioren la madera de esta cabeza esquiva que no se entera que ya fue, que no quedan más tardes.

Que mis zapatos no están para más trotes. Se ven demasiado gastados, rozados y truncados.

Perdones que debieron ahogarse aquel día en aquel mensaje.

Eres mi Venecia llena de olas, eres mi Paris bajo la Estatua de la libertad, eres mi imaginación sumergida en esta realidad.


 Eres esa resaca molesta que llama a beber, eres mi piel de gallina a 30 grados.


Eres la noche que pinta ojeras y maquilla estrellas bajando sonrisas al alba de cada día.

Represento esta esperanza afónica en letras; garabateando y subrayando el objetivo de ser feliz, tal vez para las cuatro de la tarde sepa sonreír. Tal vez, algún día esa sonrisa de las cuatro me duré más de una semana. 


Puede que tu cama vuelva a rechinar con mis besos, 

esa noche bohemía en la que el infinito bajará por mi cadera. 

Suplicando un poco más.


Puede que sea farola, viviendo de noche, durmiendo de día. 

Iluminándote este camino entre cigarros y jeans


Ajustados jeans que recorren mis piernas. 


Infinitas almas placenteras, amadas por el dulce sabor a tristeza que todos tomamos a sorbos el séptimo día de cada maldita semana.


Respirábamos sueños, cantábamos Queen,
mientras ese cigarro ilustre nos miraba con cara de todo puede ser.