miércoles, 23 de octubre de 2013

Somos más tontas de lo que nuestras amigas creen.


¿Más?
Cierto, perdón.
Muchísimo más.

No volveré a hacerlo, sí le olvidaré y seré feliz. Después de comerse aquel kilo de helado de chocolate y tras ver Wirker Park, El diario de Noa, One day, Querido Jonh y cualquier otra película romántica unas mil veces más. Tantas que hace horas que se nos gastó el helado, la pizza que pedimos al Telepizza y el Kebab ya está empezando a bajar. Y somos una especie de bola llena de mocos, de hinchados ojos, que huele a no querer que se le arrime nadie y que tiene más frío en el corazón que los pies sin calcetines que lleva arrastrando por el pasillo hasta el cuarto de baño. Se mira al espejo mientras llena la bañera –no queda agua caliente, pero de eso aún no se ha dado cuenta- se ve más fea de lo que está y llora un poco más. Cierra el grifo y mete el pie en la bañera y llora porque no recordaba que la bombona estaba tan vacía como ella. Y claro, se le amontonan las ganas de dramatizar. Así que decide que es hora de maldecirte. Pero justo le suena el móvil y resulta que es un mensaje tuyo diciéndole ‘hola’, sí solo hola. Pero ella respira, deja de llorar, se lo toma como un pequeño ‘¿me perdonas?’ y te empieza a maldecir un poco más bajito. Escribiendo todo lo que se arrepentirá de haberte dicho unas cuantas frases más adelante. Se sentirá orgullosa, se lo contará a sus amigas. Sus amigas le dirán que no merece estar así, pero sí si merece.
Es mejor llorar que ahogarse.


 Aunque creo que cada persona muere tantas veces en vida como decepciones asoman por la puerta. Por eso, cuando sonreímos tras una mala experiencia se dice que sobrevivimos y no que seguimos vivos.



¿Y tú, vives o sobrevives?

jueves, 17 de octubre de 2013

¿Sabías que para empezar una historia se necesitan dos? Dos cosas. La inspiración y el escritor.

La televisión apagada. 
Mis sentimientos guardados en el borrador. 
Tú en línea y yo mojada con los pies fríos y solos. 
Sin lluvia, aquí no llueve hasta noviembre. 
Con la inspiración entre las manos y a Suarez de fondo cantándome lo poco que te quiero en cada acorde de guitarra. 
No te quiero tanto, es verdad. 

Por si te parece poco, te quiero cada día un poco más. 
Por cada miguita de pan que me das mi hambre aumenta. 
Y así, con esta hambre no hay quien duerma. 
No hay quien duerma, ni deje de pensar en ti. 
Así que apago el móvil y me pierdo por las calles de Badajoz. 

Ésta ciudad me ha robado tanto tiempo dejándome todo el espacio del mundo. Es una pésima amante. Peor que tú incluso.

No te he contado que tengo una lista de ciudades, así como una lista de ciudades-amantes. Cada ciudad que he pisado o visitado tiene algo de mí, ya puede ser sentimiento, ropa o accesorio. Mira ahora me entenderás mejor. Barcelona  tiene mi llavero -pero no mis llaves-, tiene algo que podría conseguir robarme toda esta tristeza si le diese la oportunidad, es una ciudad que debería de volver a vivir. Para juzgarla un poquito mejor, para darle una segunda oportunidad. Madrid  tiene mis ganas de correr, mis cubiertos; ésta ciudad sé que me dejaría comerme el mundo sin pedir explicaciones de ¿por qué te lo comes sola? simplemente ella me miraría y me apartaría el pelo cuando tuviese que vomitar por comer demasiado y demasiado deprisa –o por las decepciones que tuve que tragar al arriesgarme tan deprisa-. Donosti  tiene mi sujetador con mi corazón en el aro izquierdo; es mi príncipe de mar, calle y montaña, me despeina y me rompe paraguas y me moja con sus olas, pero al mismo tiempo me regala paz, tranquilidad y unas enormes ganas de soñar de puntillas. De puntillas, por encima de mis posibilidades actuales. Es mi ciudad-amante número uno. La que siempre ha estado ahí, y con suerte, siempre estará. Deberías de pasearte por ella, dejarte llevar, perderte y terminar entre la arena de la Concha, haciendo magia, hablando con ella, dejándote ayudar y ayudándola a conocerte.

Tengo otras cuantas ciudades pero esas tres son las tres que me gustaría presentarte algún día. De la mano.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Cuéntame a quién debo matar.

¿Recuerdas?
Siempre hablando en pasado.
Nos encanta indagar.
Cuéntame a quién debo matar.






-A él debes matarlo a él.
-¿A él o a ti?
-A él, a él. Él ha sido quien me ha vuelto a decepcionar.
-Vuelto. Por eso mismo debería matarte a ti y no a él. Por haber vuelto a confiar en él y no en ti.


Pero por suerte las amigas no matan a sus amigas. Les ponen tiritas, les secan las lágrimas y las invitan a una Heineken.



Sin olvidarse del ‘te lo dije’ todo poderoso.