Luego está esa gente que afirma sinceramente, señalando sus largas sonrisas, estar fabricada de suerte. Al menos en los días que la mar está en calma. En los domingos a las 09:00 de la mañana, cuando el tráfico no es tan visible; en los días que llegas el primero a la ducha y puedes remolonear dentro del agua caliente.
Al menos en esos días dicen pertenecer, de alguna manera, a la suerte. Oye, al menos la conocen ¡Qué suerte!
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