Me terminé por beber aquel garrafón de errores hipotéticos que alguien escribió para mi. Por mi. Terminé saludando a mi sombra debajo de aquella farola, ya oscura.
No tenía mucho que contarme, salvo el recuerdo de varios viejos encuentros. Le conté que desde entonces había cambiado; tanto yo, como mi mundo. Ella no me creía y sabía que su silencio me hería. Me conocía bien. Demasiado bien. Y sin embargo, para mi ella no era más que una conocida que saludaba a diario. No sabía absolutamente nada de su vida, de su existencia.
No tenía mucho que contarme, salvo el recuerdo de varios viejos encuentros. Le conté que desde entonces había cambiado; tanto yo, como mi mundo. Ella no me creía y sabía que su silencio me hería. Me conocía bien. Demasiado bien. Y sin embargo, para mi ella no era más que una conocida que saludaba a diario. No sabía absolutamente nada de su vida, de su existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario