Esperando a cruzar, en un paso de
cebra por el que no pasan coches. Nada ni nadie. Sin embargo, el semáforo lleva
consigo su vestido rojo, advirtiendo que debo esperar, ‘tómate la vida con
paciencia’.
Podría cruzar tranquilamente, sin
miedos. Metiéndole mano, a la normativa de tráfico, por debajo de la falda.
Pero que va, sigo esperando a que esos ojos verdes me permitan cruzar hasta tu
abrigo.
La verdad, es que nadie me espera
en casa para cenar. Puede que hoy ni cene. Sin prisa, tengo todo el tiempo por
delante.
Espero a que todo surja de alguna manera poco calculada.
Para que cuando yo me decida a
cruzar me atropelles con tus palabras. Para
que colisionemos entre varios ‘¿Qué? y Nadas’.
Para
caminar entre ‘el amor y otras chorradas’.
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