domingo, 12 de mayo de 2013

250ml de agua


Cada día estoy más segura de que no pude salvarme de aquel vaso de agua.
Un vaso de agua que veía medio lleno,
Con unos 250ml de agua.
Tú lo veías tan vacío desde tus ideas.
Me dejaste de mirar, de vigilar;
Era imposible que mi sonrisa fuese a morir esa misma tarde.
Imposible sí, pero nadie dijo improbable.
Y así fue. Murió.
Desapareció.
No la volviste a ver, ni a tocar.
Se ahogó entre 250ml.
Morí.


-Esta señorita murió por falta de oxígeno,
tiene los pulmones encharcados, llenos de agua.
-Pero eso, eso no es posible doctor.
Ese vaso estaba vacío.


Vacío.
Sí, estaba vacío aquel vaso de cristal que tenía delante.
Ese cristal por el que te pude observar sin que nadie se diese cuenta.
Ni si quiera tú.
Esa tarde estabas muy guapo, muy feliz, sin mí.
Demasiado.
Sin mí.
Y claro, me dio por escuchar a mis pájaros.
Por cerrar los ojos y echar un ojo a nuestros recuerdos.
Nuestros recuerdos,
ya más míos que tuyos.
(Qué cierto, y como dolía que así fuese.)
Y claro, empezaron a sumarse las lágrimas en mi mente.
Empecé a llorar por dentro un poco más fuerte.
A llorar un poco como nunca.
Y me ahogué.
Dejé de suspirar, dejé de sentirme húmeda.
Por un momento pensé que había gastado mis lágrimas,
y que ahora, no me quedaría más que sonreír.
Pero no.
Resulta que mi sonrisa también se ahogó.
La encontré en mis pulmones desteñida por el agua.
Arrugada.
Por las lágrimas.
Por habérmelas guardado tan adentro, tan para mí.
Cuando en realidad eran más tuyas que mías

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