Dígame
humilde mujer,
a
qué flores puedo llorar esta noche su ausencia,
mientras
desfloro mi miedo.
Si
todas aquellas que conozco están cerradas.
Dormidas
como dirían los niños.
No
me mire a mí caballero,
yo
nunca supe confiar en el amor de una flor.
Nunca
supe diferenciar el aroma
de
un narciso vivo del de uno arrancado.
Muerto, como dirían los niños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario