miércoles, 1 de mayo de 2013


Dígame humilde mujer,
a qué flores puedo llorar esta noche su ausencia,
mientras desfloro mi miedo.
Si todas aquellas que conozco están cerradas.
Dormidas como dirían los niños.

No me mire a mí caballero,
yo nunca supe confiar en el amor de una flor.
Nunca supe diferenciar el aroma
de un narciso vivo del de uno arrancado.
Muerto, como dirían los niños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario