miércoles, 6 de noviembre de 2013

Martes 13

Puede que no sonrías todo lo que podrías sonreír al día.

Yo, tampoco sonrío todo lo que me recetó el médico. Y verás no me va tan mal. Supongo que me acostumbré a tener que compartir mi vida con la vieja mala suerte. En tenerte presente cada viernes, sábado, domingo y el resto de días de la semana.

Bueno, menos los martes.

Los martes son míos. Sólo míos.

Los disfruto creyendo que te va mal.

Cada martes me miro al espejo y, es raro, pero me reconozco. Al lavarme la cara, levanto la cabeza con cuidado por el miedo que me da no encontrarme en el reflejo. Caliento mis manos en el café. Alrededor de la taza caliente de café. Ahí, me suelo acordar de ti, pero bueno hago como que no te he visto pasar por mi mente y bajo la mirada. Soplo y pego otro trago al rico y espumoso café. Mi capuchino. Mi martes.

Cojo mi bufanda y abrigo, y salgo a pasear por la plaza. Cambio de acera para dejar lejos tu portal. Aunque hoy sea martes me apetece verte. Sigo adelante. Respiro. Suspiro. Pienso en todo el tiempo que llevo invirtiendo en ti y me resulta fascinante. Increíble. ¡Qué de minutos y momentos he perdido!
Mi fallo, mi gran fallo no fue conocerte. Ni haberte besado, ni haber vuelto a besar. Ni haberme enamorado de ti al final. No. Mi fallo fue creer que para sonreír se necesitaban dos. Dos personas. Una que fuese la acción y otra la reacción. Tú mi acción; yo tu reacción. Tú el “quédate, quédate conmigo” y yo la sonrisa.


Mi fallo fue darte el único día de la semana que no era tuyo. Mi fallo comenzó el martes que escribí sobre ti creyendo que aún era lunes. 







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1 comentario:

  1. Cuando puedas pásate por mi blog, estás nominada a un premio!!! ^^

    Un beso! ;)
    http://myworldlai.blogspot.com.es/

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