Unas cuántas calles más allá. En aquella habitación no tan
azul por culpa del paso del tiempo. El silencio hacía su entrada. Había tanto
silencio que no resultaba difícil escuchar el canto de los pájaros de la plaza.
Esa preciosa melodía no hacía más que silenciar más la habitación. Se sentía a gusto
hablando para sí mismo.
No llego a comprender. ¿Por
qué la gente necesita la ayuda de los demás? ¿No son suficientes acaso los
problemas de uno mismo? Hasta ahora he salido adelante sin la ayuda de nadie.
Siempre he vivido así y me ha ido bien. Aunque seguro que cuando era un crío no
podía hacer nada solo. Dependía de los demás. Está bien. Debo admitirlo he
llegado hasta aquí con la ayuda de otros. Ahora me las apaño solo
perfectamente. Sé que hacer para sobrevivir. Ya no soy un crío. Eso pertenece
al pasado. No. No es verdad… ¿A quién pretendo engañar? La verdad es que no
estoy seguro de nada. Estoy confuso. ¿Qué tengo que hacer para salir adelante
sin la ayuda de nadie? ¿Alguien puede decírmelo? … ¿Alguien…? Después de todo,
estoy pidiendo ayuda. Ayuda que nadie me prestará.
El
maldito pasado aun me acecha sin rencor. Cometí
errores en estos últimos años, tal vez demasiados. Por eso estoy solo.
Lo tenía todo. Todo lo que me costó tanto encontrar. Y ahora, mírame, no me
queda nada. Sólo mentiras. Falsas apariencias. Todo por ella. Ella, no había
persona en el mundo a la que más odiase. Aunque también sabía que tampoco había
persona a la que echase más de menos, de todas aquellas a las que había perdido
en el camino hacia la soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario