domingo, 2 de septiembre de 2012

Todo comenzó con una singular banda sonora


Pi, pi, pi. La chica distraída no ha llegado a escuchar el sonido de su teléfono móvil;  piensa desinteresada que no ha sido el suyo. La chica continua disfrutando de aquel anochecer de primaveral, mientras tranquila escucha las pequeñas aventuras de la vida de su mejor amiga. Ella no sabe que en su pequeña pero amplia pantalla de móvil se pueden leer las palabras que la harán sentir tan feliz “Nuevo mensaje recibido” ¿Qué porque la harán sentir ese sentimiento que conocemos por el nombre de felicidad? Pues simplemente porque dentro de esas dos nuevas palabras, que aparecen parpadeantes durante unos segundos,  se esconde un sentimiento mayor que el de la felicidad. El amor.

Tal vez quien se lo haya enviado escribía aquellas palabras del mensaje con una gran sonrisa de oreja a oreja, por su culpa. Por ella; y simplemente por ella el chico ahora se siente algo tonto leyendo las nuevas palabras que aparecen en su pantalla “Mensaje enviado”; mientras ansioso espera una respuesta de ella.
Ella con la que su mente piensa día y noche. Ella quien consigue que sus pequeños ojos verde oliva se abran como platos siempre que la ve de lejos, por un inesperado encuentro debajo del bar por el que se pasa tantas horas de risas y copas con sus amigos, con aquellos que conocen todos sus sentimientos y momentos de la vida, tanto los buenos como los malos. Ella, aquella pequeña y guapísima chica que provoca  un pequeño fallo cardíaco siempre que le habla directamente.

El chico mira el pequeño reloj que se encuentra colgado de la pared azul recién pintada de su dormitorio. Hace ya diez minutos escasos que envió aquel mensaje en el que tanto quería transmitir pero a la vez tan poco. Se pregunta el por qué pasa el tiempo tan despacio y sobre todo se pregunta con gran curiosidad si ella lo habrá visto. Tal vez nunca llegue a recibir un nuevo mensaje con esas palabras que tanto desea escuchar por ella. Simplemente porque a ella, que es tan blanca de piel y morena de cabello, no le ha llegado a transmitir tanto como él habría querido en ese momento en el que le dio a “enviar”; tan nervioso y asustado en la misma milésima de segundo. No sabe cómo pudo sentir dos sentimientos tan opuestos al mismo tiempo, pero no se para mucho tiempo pensando en la respuesta a esta extraña pregunta, ahora mismo está demasiado nervioso dentro de esa interminable espera y decide escoger la respuesta más sencilla y simple que existe ahora mismo en su vida para esa pregunta.

                “Tal vez sea porque estoy enamorado, sí eso es, ¿entonces esto es lo que se siente cuando estás enamorado?” tras una pequeña sonrisa sin darse cuenta pronuncia dos palabras en alto “me gusta”.

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad en la calle de la esperanza en el portal número 7, en el cuarto piso vuelve a sonar el mismo sonido. Pi, pi, pi. Ella ahora sí se da cuenta y adentra la mano en aquel gran y extraño mundo al que llama “su bolso”; en el que antes de encontrar el objeto que se busca nos tropezamos con miles de recuerdos, que si pañuelos medio usados, pintalabios, una caja de esos nuevos chicles de menta que salen tanto en la tele,  que si un billete de tren que nunca llegó a utilizar; ya que sus planes cambiaron en un cerrar y abrir de ojos… por motivo de algún altercado sorpresa; a nadie nos agradan, sencillamente porque terminas diciendo a gritos miles de patrañas.

Tras sacar algunos recuerdos más, y otro tanto de cosas sin valor e inútiles de su bolso, recuerda que lo que buscaba no podía estar ahí por el mero hecho de que había recordado que para llevarlo más a mano se lo guardó en el bolsillo derecho de su cazadora de poli piel marrón, esa con la que esa misma mañana había estado tumbada encima de la hierba  que había llegado a mojar aquella pequeña tormenta enfurecida la noche anterior. Esa chaqueta con la que se encontró nada más alzar su mirada.
 Tanto sus ojos oscuros como su mirada comenzaban a tener un toque de curiosidad por saber el motivo que originaba ese sonido. 

                                                        Pi, pi, pi una vez más. 

                ¿Cuánto tardará en leer ese mensaje? Nada. Unos segundos como mucho. En mucho  menos de un minuto tu vida puede cambiar radicalmente. 

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